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sábado, 7 de febrero de 2009

Primera constatación: La educación rural es un concepto difuso.


Es difuso porque el mismo tema de la ruralidad es difuso. Podemos dar por sentado que eso que llamamos rural –que se construye a partir de la oposición al concepto de urbano- tiene características que le son particulares: baja densidad poblacional (cuya cantidad tampoco es generalizable, lo que es poco denso en China es bastante denso para Europa por ejemplo), actividad principalmente agrícola (aunque esta realidad viene cambiando), formas y usos sociales derivados del aislamiento (desde la preservación de lenguas autóctonas hasta un arraigo al grupo familiar), y una dificultad para acceder a bienes y servicios propios del mundo desarrollado, producto de barreras geográficas como la distancia o las montañas .


Existen muchos trabajos sobre el tema del medio rural y sobre la “nueva ruralidad”. Sin entrar en detalles, podemos subrayar simplemente tres características del mundo rural de hoy día en Francia que ha detectado Alpe(2003) y que no es del todo extranjero para América Latina:


-La continuación del éxodo rural y la aparición de un nuevo flujo en sentido inverso, un tipo de éxodo urbano o re-ruralización. Este éxodo trae consecuencias para el medio rural, pero hay muchas diferencias entre los tipos de medios rurales.


-Un crecimiento de la heterogeneidad socio-económica del medio rural, cada vez menos agrícola, cada vez más pluriactivo, y recibiendo hogares bien constituidos y hogares en dificultad.


-Una evolución muy sensible de los comportamientos y las exigencias de esos hogares rurales, que recurren cada vez más a denunciar la falta de servicios de calidad en las regiones alejadas, situación que puede ser muy importante en materia de política educativa.


No podemos decir entonces que la ruralidad china es igual a la ruralidad nicaragüense, o a la ruralidad africana, pero si podemos decir que más de la mitad del mundo es rural y eso es bastante como para justificar el estudio de lo que en esos territorios se hace en materia de educación básica.

 

Nos dice Nancy que la investigación que se ha hecho en Costa Rica demuestra que "no se ha encontrado evidencia de que haya habido una preocupación explícita por la educación rural en particular que atienda su realidad".

 

Y a mí me gusta mucho la frase de Bernal Agudo (2002) que dice: “El mundo y la escuela rural siguen existiendo y deben tener la consideración como tal.  No tendría que entenderse como un mundo superado  y sin sentido actualmente, sino todo lo contrario, un ámbito geográfico, estructural, curricular y organizativo que habría que entender y cuidar con mayor sensibilidad y esmero”

 

Y retomo también las palabras de otra lectora de este blog, quien me envió un correo privado diciendo que: “la educación rural se mete en el corazón de uno y me preocupa cada día más no ver políticas concretas dirigidas a esta población y sigue siendo interés de ningún político a pesar de que ya la incorporan en el discurso por conveniencia de financiamientos externos. Pero al fin duele que no lleguen los recursos donde tienen que llegar”. 

Bueno,  ¿y ahora qué hacemos?

Les lanzo la segunda pregunta:  Si ya sabemos que no hay políticas explícitas para la educación rural,   ¿quién y cómo debe construirlas?


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